¿Es posible la prevención en el ámbito psicosocial? Derribando falsas creencias

A pesar del gran avance que ha experimentado el mundo de la prevención de riesgos laborales en los últimos años con la incorporación de los riesgos psicosociales, los estudios siguen, en muchos casos, más centrados en la evaluación de sus impactos negativos que en las oportunidades que pueden aprovecharse para conseguir una prevención eficaz. Es por ello que en este artículo vamos a hablar de un tema cada vez más debatido pero con algunas falsas creencias como es la prevención en el ámbito psicosocial.

Si bien es cierto que la existencia y consecuencias de los riesgos psicosociales son ampliamente reconocidas y prioritarias en las políticas de seguridad y salud en Europa (ver Campaña Europea Trabajos Saludables), sigue habiendo resistencia en la priorización de su gestión y prevención tanto en las organizaciones como en la formulación de nuevas políticas nacionales.

En el caso de España nos seguimos encontrando con una escasa actividad preventiva en comparación con el resto de disciplinas como son seguridad e higiene. Pero…¿a qué se debe esta situación?

Partiendo de esta pregunta, encontramos tres presunciones comunes en torno a este tema que a menudo plantean las organizaciones:

1. No existe una definición clara de los riesgos psicosociales 
2. Las herramientas para la evaluación y gestión de los riesgos psicosociales no son adecuadas para las empresas y en particular para las Pymes 
3. Las medidas de prevención de los riesgos psicosociales no están claramente definidas y son muy subjetivas

Ante estas afirmaciones cabría preguntarse: ¿realmente es posible la prevención en riesgos psicosociales?

Sería muy decepcionante que la respuesta a esta pregunta fuese «No». Sin embargo, antes de gritar un rotundo y entusiasta ‘Sí’, es necesario considerar las presunciones que hemos mencionado.

Para la prevención de los riesgos psicosociales no basta con acudir a guías o manuales sino que habrá que evaluar y modificar aquellos aspectos organizacionales del trabajo que generen riesgos que no hayan podido evitarse.

Desmontando el primer mito:
Instituciones internacionales de prestigio como la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo (OSHA) define los «riesgos psicosociales en el trabajo» como «aquellos aspectos del diseño, organización y dirección del trabajo y de su entorno social que pueden causar daños psíquicos, sociales o físicos en la salud de los trabajadores».

Las empresas utilizan el término «riesgo» y «gestión del riesgo» de forma rutinaria en sus procesos, finanzas y operaciones comerciales. Por tanto, este término en absoluto debería ser ajeno a ellas. Tal vez la dificultad en su comprensión radica en una perspectiva «tradicional» que seguimos arrastrando en términos de salud y seguridad.

Desmontando el segundo mito:
En el caso de las herramientas para su evaluación y gestión, en España, es sencillo encontrar numerosos instrumentos de prestigio y de fácil acceso que se han desarrollado a través de la investigación en los últimos años (ejemplo de ello son el Cuestionario Psicosocial de Copenhague adaptado por ISTAS y el FPSICO 3.1. del INSHT). Con respecto a las Pymes, la OSHA también ha publicado una herramienta de evaluación y prevención de riesgos psicosociales para empresarios y trabajadores de pequeñas empresas.

Desmontando el tercer mito:
Existen evidencias de que la falta de gestión y prevención de estos riesgos puede llevar a la mala salud de los empleados, al presentismo, al absentismo o al fallo humano suponiendo altos costes para la empresa.

En 2004, la Comisión Europea informó que el costo anual del estrés laboral y los problemas de salud mental en quince Estados Miembros era en promedio entre el 3% y 4% del Producto Nacional Bruto, por un importe de 265 mil millones al año.

Si la prevención de los riesgos psicosociales fuese entendida como sinónimo de buena gestión y no como un mero trámite más, todos esos falsos argumentos quedarían descartados.

Integrando dicha gestión en las operaciones rutinarias de la empresa, repercutirá en mayores beneficios en las relaciones entre empleados y organización plasmados en un alto compromiso, mejora de la productividad y del estado de ánimo de los trabajadores. A su vez, esta visión de la prevención psicosocial también reduciría la estigmatización de tratar la salud mental en el lugar de trabajo para promover el bienestar (ver resultados de la segunda encuesta europea de empresas sobre riesgos nuevos y emergentes (ESENER-2)).

No debemos olvidar que el derecho a un ambiente de trabajo seguro y saludable es un derecho fundamental que debe estar protegido a través de prácticas responsables en las políticas de salud pública y en las organizaciones.

Cada uno de nosotros debemos preguntarnos qué estamos dispuestos a hacer – como empleado, representante sindical, técnico de prevención, gerente, político… – para revertir esta situación. La respuesta dependerá de nuestro contexto, de nuestras presiones, necesidades y valores. En todos estos casos, la decisión de no asumir nuestro papel puede estar más que justificada aunque, sobre la base de los estudios publicados, dicha elección no será sostenible y perpetuará los problemas en el resto de actores.

En España, por suerte, cada vez son más las empresas que están pasando del diagnóstico del problema psicosocial a la acción preventiva, mejorando con ello las condiciones de trabajo y centrándose más en el concepto de salud que en el de accidente. Ya es hora de que reconozcamos que necesitamos hacer frente a los riesgos psicosociales para convertirnos en una economía inteligente, sostenible e integradora.

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