¿Cuánto les cuesta a las empresas que sus trabajadores estén quemados?

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Existe una correlación directa entre la falta de descanso y desconexión y el aumento de la incidencia de problemas de salud y seguridad. Disminución del rendimiento laboral, incremento de la accidentalidad, absentismo laboral, son solo algunos de los inconvenientes a los que nos enfrentamos cuando no cuidamos nuestro bienestar psicosocial.

Cada año, la economía mundial pierde cerca de 1 billón de dólares al año en productividad debido a la depresión y la ansiedad, y en Europa se calcula que el coste se sitúa en torno a 20.000 millones de euros. Antes de la pandemia, la OMS ya cifraba las pérdidas asociadas a la salud mental entre 2011 y 2031 entre 16,1 billones de dólares, pero lo cierto es que ya comenzamos a ver los primeros signos de que esta crisis sanitaria y económica afecta a todos los trabajadores, especialmente a los sanitarios que se ven sometidos a situaciones límite durante períodos prolongados.

El síndrome de Burnout

Cuando el estrés laboral se prolonga y genera efectos acumulativos, puede aparecer el llamado síndrome de burnout. Se trata de una adaptación disfuncional al estrés laboral crónico, que se da con más frecuencia en profesiones que prestan servicio asistencial. Son funciones más demandantes desde el punto de vista emocional y provocan agotamiento, desmoralización y pérdida de motivación.

El manual de diagnóstico de referencia en Europa, CIE, incluye en su nueva clasificación -en vigor a partir de enero de 2022- una importante novedad en cuanto al Burnout. Se ha considerado un problema relacionado con el trabajo y se incluye en el capítulo 24: “Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud”, dentro de la subca­tegoría de “problemas asociados con el empleo y el desempleo, y codificado como QD85: Síndrome de des­gaste ocupacional.

¿Qué provoca el burnout?

El debate sobre causas y desencadenantes del burnout ha sido muy amplio entre los profesionales de la salud psicosocial. Se ha hipotetizado múltiples causas entre las que suele destacar una crisis en el desarrollo de la carrera profesional, dificultades económicas, sobrecarga de trabajo, falta de orientación profesional y aislamiento.

Profundizando un poco más en la percepción que tiene el individuo que sufre este síndrome, suele tener bajas expectativas de refuerzo, es decir no cree que aquello que con aquello que hace vaya a lograr una respuesta positiva. Por otra parte, sí espera obtener algún tipo de castigo o consecuencia negativa y, en ocasiones, cree tener poco control sobre su propio desarrollo profesional.

Además, hay una serie de circunstancias que hacen que el burnout se desarrolle más fácilmente o que tenga mayor impacto. Algunas de ellas están relacionadas con la propia personalidad de cada individuo, como pueden ser la baja autoestima, poca facilidad para combatir la ansiedad, dificultad para gestionar el estrés, poca motivación, tendencia al aislamiento o tendencia a culpabilizarse. También influyen factores sociodemográficos como la edad, el género y el estado civil, además de la existencia de conflictos entre la familia y el trabajo y, por supuesto, el estar expuesto a otras situaciones emocionalmente estresantes.

En el ámbito estrictamente laboral, los factores que más contribuyen al desarrollo del síndrome del burnout son la antigüedad en el puesto, el turno, si existe jornada física complementaria o no, el clima laboral, la satisfacción, las dificultades en la relación con compañeros, la soledad en la toma de decisiones, falta de reconocimiento profesional, la falta o escasez de gratificaciones, la incomunicación entre miembros del equipo, así como los conflictos y/o la ambigüedad en el rol dentro de la organización.

Pensando detenidamente en esta lista y en las graves consecuencias de no cuidar el bienestar psicosocial en el entorno laboral, conviene evaluar las directrices y la política de la empresa y valorar si conviene contar con una asesoría especializada para combatir el burnout.

* Este post ha sido escrito por Carmen Rodríguez, directora del área de Psicología de Affor Prevención Psicosocial, y publicado en HHRR Digital 

 

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