Vivimos en un mundo hiperconectado…
Y aunque poco a poco la tecnología nos haya ido dejando introducir más espacios de desconexión en todo lo que hacemos, incluso facilitándonos algunos de ellos (entrenamiento, música, yoga, etc.), e incluso la regulación va poniendo límites a ciertos ”excesos” en navegadores, redes sociales y apps, hemos de ser conscientes de que estamos conviviendo diferentes generaciones, y que, como siempre ha ocurrido, compartimos los espacios públicos de trabajo y de ocio.
Por eso, si bien es cierto que hay que poner límites a la digitalización, esta situación podría ser igual de dañina que las jornadas extensivas en oficina o empresa de más de 12 horas, o los turnos que anulan los días de descanso en el que puedes compartir tiempo con familia y amigos.
¿Por qué es tan importante la desconexión?
Es obvio que debemos desconectar, pero no sólo de la tecnología, también de las otras facetas de la vida social y laboral para enriquecernos como seres sociales a través de la relación directa con los demás, el contacto con la naturaleza, con el arte en todas sus extensiones, con el deporte o el silencio, como formas de permitirnos enriquecernos y crecer como seres humanos. De ahí el título de esta reflexión.
Consideramos que es muy importante la alfabetización digital y social, hemos de educar a los que les ha venido sobrevenida la tecnología para que aprendan a tener una relación amable y útil con la misma, sin querer ser expertos, simplemente aprendiendo los procesos básicos mejorando la sensación de eficiencia en conseguir utilizarla, y valorar que, en el uso racional, está la ganancia de tiempo para vivir.
Pero también hemos de reeducar a los nativos tecnológicos en lo valioso que es el contacto mirando a los ojos de los demás, el soportar los silencios, el darle vueltas a las manos, a un vaso, a un papel por no saber qué hacer, o mejor dicho por creer que tienes que estar haciendo siempre algo, y que se puede vivir haciendo una sola cosa a la vez.
Al fin y al cabo, se trata de racionalizar el uso de la tecnología, para no depender de ella en todo momento, y para tener la sensación de control sobre los medios que usamos, pues ello nos ayuda a tener una mejor autoestima.
¿Qué consideramos prioritario?
Creemos que no hemos de dogmatizar la desconexión, y hemos de hablar más de enseñar a las personas a gestionar su relación con el trabajo y con el resto de las facetas de su vida.
Con ello, aprenderemos a no llevar el móvil siempre activo mirando las infinitas informaciones que nos facilita, aprenderemos a disminuir el estrés anticipatorio ante los correos, los WhatsApp, mejoraremos nuestras habilidades sociales, y crearemos vínculos más efectivos con las personas que nos rodean y las que nos importan.
Al final, si hemos de estar dependiendo de un trabajo 24 horas, debido a la incapacidad de desconectarnos… ¿Qué hemos ganado con respecto a las jornadas de 14 o 16 horas en la oficina? Por lo menos, algunas las cobrabas o te compensaban…
No promulguemos el rechazo al presencialismo en el trabajo y empujemos a la vez al presencialismo digital, porque si bien no nos gusta ninguna de las dos opciones, ante estar sólo ante una pantalla, o estar en el trabajo con otras personas, igual preferimos esto último.
Vivimos en mundo digitalizado, por ello, eduquémonos, pongamos límites a través de la educación, los datos, y el empoderamiento de las personas. Y no caigamos en la trampa de poner puertas al campo, o pensar que cualquier pasado fue mejor, sin darnos cuenta de que quizás lo viejo y lo nuevo no son el fondo tan diferentes.
¿Y tú? ¿Qué opinas sobre esto? ¡Te leemos en comentarios!
Artículo escrito por Juan Carlos Fernández y Marian Fernández.
Convencidos de que las personas son la pieza fundamental de toda organización, nuestro objetivo es cuidar la salud psicosocial de los trabajadores y lograr entornos laborales saludables acompañando a los servicios de prevención en esos procedimientos para mejorar la calidad de vida laboral de los trabajadores y aumentar la eficiencia de las empresas.
Muy buen artículo , destacó sobre todo la siguiente reflexión: “No promulguemos el rechazo al presencialismo en el trabajo y empujemos a la vez al presencialismo digital, porque si bien no nos gusta ninguna de las dos opciones, ante estar sólo ante una pantalla, o estar en el trabajo con otras personas, igual preferimos esto último”