Diversidad e inclusión: Trabajando y venciendo nuestros sesgos

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Los prejuicios y las asociaciones implícitas pueden constituir un obstáculo a menudo no pretendido e invisible para la igualdad de oportunidades, la diversidad y la inclusión en los entornos laborales.

La gran mayoría de las decisiones que tomamos tienen una base de carácter instintivo e irracional… ¿Quién no recuerda las estanterías vacías de papel higiénico horas antes del confinamiento?

Nuestra percepción es un proceso activo de construcción de la realidad, en el que nuestros estados emocionales y nuestros marcos de conocimiento y experiencias previas juegan un papel relevante. Cuando nos relacionamos con otras personas, estos factores influyen sobre la percepción que hacemos de los demás.

Por tanto, nuestra forma de pensar viene implícitamente afectada por sesgos (atajos rápidos de pensamiento), a través de los cuales podemos construir una serie de estereotipos (etiquetas o categorías por las cuáles clasificamos la información) que determinan la conducta que tenemos hacia otras personas o incluso afectan en nuestra forma de relacionarnos generando en algunos casos discriminación hacia lo diferente.

¿Qué factores determinan nuestros sesgos implícitos?

Nuestro cerebro posee una capacidad limitada a la hora de analizar y recopilar información.

Por eso, a lo largo del día, es fácil caer en esos sesgos inconscientes de forma casi automática. Y el contexto laboral es el entorno en el que más solemos hacerlo debido a las presiones de urgencia e inmediatez:

  • Escasez de tiempo, urgencia y falta de planificación-organización. No disponer de tiempo, la clave estaría en tener en cuenta a la persona.
  • Relevancia, valoración y significación: si creemos que algo no es lo suficientemente importante, utilizaremos atajos para interpretarlo y simplificarlo.
  • Falta de información: si no contamos con suficientes datos para analizar las distintas situaciones, es posible que actuemos en modo automático sin cuestionarnos procesos.
  • Estímulos ambientales: a veces, demasiadas demandas o frentes abiertos provocan que no dispongamos de suficientes recursos para analizar la información.
  • Sobrecarga de información: cuando disponemos de demasiada información, fuentes y demandas abiertas, tendemos a simplificar y reducir la solución al problema.
  • Estado de ánimo: nuestro estado de ánimo también puede influir en el modo y la forma de relacionarnos con los otros.

¿Qué estrategias podemos llevar a cabo para reducir nuestros sesgos?

El primer paso ser conscientes. ¿Cómo? Poniendo a prueba a la creencia que tenemos de que nosotros somos los únicos que estamos libres de sesgos (meta-sesgo).

Para empezar, pregúntate: ¿Hay alguien con quién todavía no he intercambiado conversación? ¿Hay algún grupo de personas con las que prefiero trabajar? ¿Soy capaz de aceptar un cumplido de alguien desconocido?

Si empiezo a hacerme consciente de que presento estos sesgos, entonces… ¿Cómo lo trabajo?

  • Identifica tus sesgos: puedes utilizar un mapa de sesgos.
  • Planifica, organiza y anticípate a las demandas.
  • Valora y prioriza la diferencia: interactuar con personas nuevas nos reporta bienestar y favorece la innovación.
  • Crea las condiciones adecuadas para la objetividad: si no conoces, pregunta, investiga y pon a prueba tu pensamiento.
  • Busca espacios para poner pausa, practicar el agradecimiento y escuchar la diversidad existente.
  • Organiza la información: analiza las necesidades.
  • Gestiona tus estados emocionales, RESPIRA, autorregula tus emociones antes de tomar decisiones, actitudes o acciones en relación con los otros. Haz un ejercicio simple: si tu fueras esa persona… ¿Qué necesitarías? ¿Qué te preocuparía? ¿Qué te ayudaría? Ponte en su lugar.

Son numerosos estudios los que nos demuestran que esa percepción que tenemos de los demás (o de nosotros mismos), en determinadas situaciones, no siempre es ajustada.

Por ahora, no podemos leer la mente de los demás, pero sí podemos poner a prueba nuestras preferencias a la hora de relacionarnos con los demás fomentando la diversidad como inclusión y no solo como colaboración.

¿Y tú? ¿Qué opinas sobre este tema? ¡Estaremos encantados de leerte en la bandeja de comentarios!

Artículo escrito por Clara Sevilla, psicóloga del HUB 24/7 de Affor Health.

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