La motivación en el trabajo

En los últimos años, la búsqueda del éxito como garantía de felicidad se ha convertido en la estrategia de marketing dominante. ¿Quién no anhela la felicidad en lugar de la infelicidad? Todos aspiramos al éxito, pero buscamos alcanzarlo con el mínimo esfuerzo posible. Anhelamos fórmulas rápidas y sencillas que nos empoderen. El coaching nos impulsa a dar lo mejor de nosotros mismos, las redes sociales se erigen como ejemplos de éxito y muchos referentes destacados exhiben un importante efecto halo y sesgo de género en algunos sectores.

Esta constante comparación, tanto con algoritmos sesgados como con otras personas, nos impulsa a una lucha interna contra nosotros mismos y nuestros objetivos, basándonos únicamente en los resultados obtenidos. Anhelamos siempre más y mejor, buscando cumplir e incluso superar las expectativas que los demás tienen sobre nosotros.

Pero en el camino nos hemos olvidado de disfrutar del proceso y “arar el camino” de facilitar las condiciones y los condicionantes que pueden determinar que logremos aquello que nos proponemos; generando de manera colateral un alto grado de crítica y autoexigencia con nosotros mismos/as y con los demás.

¿Te cuesta arrancar la semana con energía? ¿La falta de motivación te frena en tu trabajo? La realidad es que seis de cada diez profesionales en España experimentan desmotivación laboral, principalmente debido a factores como la monotonía de las tareas, un estilo de liderazgo inadecuado, la sobrecarga de trabajo y la percepción de que su esfuerzo no es reconocido ni recompensado de forma justa (según la Guía del Mercado Laboral 2023 de Hays). ¡Mantenerse motivado en el trabajo puede ser un auténtico reto en la actualidad, como si se tratara de una metamorfosis de gusano a mariposa!

En nuestro trabajo diario, inevitablemente nos enfrentaremos a actividades que no nos interesan de forma natural o que percibimos como: aburridas, irrelevantes, incómodas o demasiado difíciles. En resumen, mantenerse en estado de crisálida no es fácil, ya que, por lo general, aspiramos a transformarnos en mariposa. Esto se debe a cómo funciona nuestro cerebro: recompensando el gasto de energía mental en el desarrollo personal; pero a la par, teniendo la tendencia a conservar nuestra energía y mostrar resistencias a los cambios (razones por las que nos cuesta realizar actividades que no despiertan inmediatamente nuestra curiosidad, o generando la tendencia al aburrimiento de las cosas cuando se repiten demasiado en el tiempo). Y si la clave de la metamorfosis, ¿viene impulsada por la amabilidad y la compasión ante el proceso de cada uno/a la hora de reconocer el valor añadido que aporta a la diversidad existente?

Según muestran los estudios actuales; un exceso de crítica va ligado a mayores tasas de inseguridad personal, más dificultad para iniciar procesos de pensamiento creativo e innovador y mucha dificultad a la hora de tomar decisiones, también, se asocia a una menor tasa de eficiencia personal y profesional. La autoexigencia impacta con mayor intensidad a las personas del género femenino. ¿Cómo afecta esto a nuestra motivación?

La motivación es el conjunto de procesos implicados que generan la tendencia a desarrollar una actividad y dirigirla a una meta o propósito. Para entendernos, es el deseo de actuar por lograr un objetivo: Pero ¿Qué es lo que determina que nos movamos?

Inspirándonos en el refranero español y adaptándolo a los retos de la vida actual, y aprovechando el auge de la psicología positiva, te revelamos en este artículo: cómo motivarte en 3 sencillos pasos:

 

  1. Activarnos: ya lo decían nuestros abuelos “El día empieza cuando sale el sol”, de ahí refraneros como: “A quien madruga Dios le ayuda”: ponte música, desayuna bien y comienza el día con buena vibra, háblate bien.
  2. Dirigirnos y orientarnos: lo siguiente viene de aquello que se decía en los pueblos, “Ey ¿tú a dónde vas?”. Por tanto, no te olvides de que: “No por mucho madrugar amanece más temprano” y tampoco te subestimes al título “Amanece que no es poco”; los extremos siempre nos desvirtúan.
  3. Persistir en ello: porque ya sabes que …: “La perseverancia todo lo alcanza

 

Y si es así de fácil, te preguntarás: ¿Entonces por qué nos resulta tan difícil aplicarlo en el día a día? Como veíamos tendemos a hacer el mínimo esfuerzo por la máxima recompensa y en el imaginario común siempre está la idea de compensación: un alto sobreesfuerzo debe ir asociado a una buena recompensa. Vivir como mariposa es deseado por todos los gusanos, aunque debemos tener en cuenta que solo dura unas semanas así: ¿Quién no pone en la balanza si merece la pena tan ardua transformación? ¿Y en qué debe consistir dicha transformación? La mera distancia o discrepancia entre el yo real y el ideal puede servirnos como base para impulsarnos, sin embargo, también puede transformarse en nuestro “gran problema”, en parte basándonos en los referentes que elijamos o que se nos impongan.

Ya lo decía Abraham Maslow en 1943: “los seres humanos están intrínsecamente motivados para poner en el centro de su predisposición aquello que satisface sus necesidades más básicas (seguridad, protección, hogar, alimento, sueño y descanso), las que tienen que ver con la conexión profunda a los demás (valoración, reconocimiento y respeto), aquellas acciones que les hacen sentirse pertenecientes a un grupo de referencia; a ser posible siendo reconocido y encajando con sus valores más esenciales dotándole en sí mismo del sentimiento de realización personal.”

Sin embargo, este potencial de motivación intrínseca se desvanece con el tiempo si no se incentiva (y no solo a nivel interno). Como dice el refrán, «A buen trabajo, buen pago». Si bien no todas las recompensas laborales son monetarias, como el placer de ver una mariposa revolotear, sí pueden ser el primer paso para cultivar la compasión. Recordemos que la metamorfosis no es un proceso individual, inmediato ni sencillo.

Hoy en día, aún hay muchos empleadores que no han identificado esto tan básico que atañe a todo proceso motivacional en el trabajo. De ahí, que estemos vislumbrando altas tasas de: desmotivación, rotación y bajas laborales en el mercado de trabajo. Es por ello, que me resulta interesante resaltar en este artículo: el decálogo de las 10 estrategias a aplicar si a tu equipo quieres motivar:

 

  1. Asegúrate de disponer de un incentivo: salario, reconocimiento, compensación de beneficios, flexibilidad horaria… Diseña y aplica la fórmula en función de las necesidades que se expresen.
  2. Parte de una metodología clara y definida; evita dar órdenes contradictorias a tu equipo, si tu labor es dirigir: diseña la mejor técnica para orientar a tu equipo.
  3. Facilita las relaciones interpersonales entre los miembros del equipo, resalta las metas comunes, maneja los conflictos para que no escalen a su máximo esplendor: refuerza la comunicación efectiva y el dinamismo.
  4. Pon detalle en el proceso, pero sobre todo en las personas.
  5. Facilita y refuerza acciones encaminadas a afrontar los retos del futuro, confía en el proceso y apoya cada paso.
  6. Marca unas normas de convivencia, no permitas que triunfe la ley del más fuerte: dota de recursos, enfoca a las soluciones y conecta con los valores personales.
  7. Predica con la ejemplaridad: fomenta el liderazgo por valores.
  8. Apoya ante los riesgos que supone cualquier proceso de transformación e innovación, el fracaso es parte del progreso.
  9. Cuida a tu equipo, evalúa su estado, busca maneras de generar impulso diario y reforzar la consistencia en el progreso.
  10. Recompensar exclusivamente aquellos empleados/as “mariposa”: supondrá olvidar al futuro de la especie, opta por fortalecer el potencial de las personas.
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