¿Por qué es tan importante que trabajemos en nuestras propias creencias?

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¿De verdad crees que, lo que piensas, realmente es la realidad?

¿Existen evidencias de que lo que pensamos es realista?

¿O quizá es algo subjetivo que depende de los ojos que observan su propia realidad?

Con estas preguntas reflexivas comenzamos con el artículo de hoy, donde te explicamos qué son realmente las creencias, cómo se genera nuestro sistema de creencias y de qué manera podemos trabajar y mejorar la manera en la que interactuamos con el mundo que nos rodea.

¿Qué son las creencias y cómo se generan?

Podemos decir que una creencia es una afirmación que nosotros consideramos como verdadera, a la vez que un sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Además, las creencias nos afectan de forma evidente a la percepción de nosotros mismos, de los demás y de nuestro entorno.

Nuestras creencias se construyen a partir de ideas que confirmamos (o creemos confirmar), principalmente a través de nuestras experiencias personales. Cuando una creencia se instala en nosotros de forma sólida y consistente, nuestra mente elimina o no tiene en cuenta aquellas experiencias que no están acorde, o dicho de otra manera, elimina aquello que no casa con dicha creencia.

Como consecuencia de nuestro sistema de creencias y valores, damos significado y coherencia a nuestro modelo del mundo al que estamos vinculados. De esta manera, se puede producir una especie de efecto dominó cuando cuestionamos tan solo una de esas creencias, pues puede llegar a desestabilizar todo nuestro sistema al afectar a otras creencias que se derivan o están relacionadas con ella.

Por qué es tan importante conocer los tipos de creencias

De forma muy general, se pueden distinguir dos tipos de creencias, unas globales, que son generalizaciones que hacemos sobre la vida, el mundo, las personas, etc, como por ejemplo cuando hacemos afirmaciones del tipo, “la vida es maravillosa” o “este tipo de tarea es muy complicada”. Otras son las llamadas reglas, referidas a esas pautas que rigen nuestro comportamiento, como cuando nos decimos, “si tengo ingresos fijos, entonces tendré seguridad”.

Por otro lado, también podemos considerar que mis creencias pueden ser potenciadoras o limitantes. Las primeras potencian la confianza en nosotros mismo y en nuestras capacidades y  permiten afrontar adecuadamente situaciones o retos difíciles. Por el contrario, las segundas nos restan energía, nos dejan con menos probabilidades de afrontar de forma óptima determinadas situaciones, igualmente retadoras.

Recomendaciones psicológicas: trabajando con las creencias

Por tanto, el primer paso sería tomar conciencia de las creencias predominan en ese momento, sobre todo en situaciones más complejas, y, de esta forma, poder adoptar y potenciar aquellas creencias de tipo potenciador, que nos resultarán mucho más útiles para superar o solucionar dicha situación.

Y tú… ¿Qué piensas sobre estos aspectos?

¿Te gustaría dejarnos tu experiencia u opinión al respecto?

¡Te leemos atentamente en comentarios!

Artículo escrito por Fabián Villalba, psicólogo del HUB 24/7 de Affor Health.

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