*Artículo publicado en Byzness
El móvil en una mano o encima de la mesa, bien pegado a nosotros, todo el día. Mientras vamos al cajero automático o a hacer la compra, mientras viajamos en metro o en autobús, mientras esperamos nuestro turno en el centro médico, incluso mientras desayunamos, comemos o cenamos. Ahí lo llevamos todo: el correo electrónico de la empresa, las redes sociales y el WhatsApp, que cada vez se utilizan más también con fines profesionales, otras aplicaciones de trabajo colaborativo como Zoom o Slack… Todo el día conectados, todo el día disponibles. Una vida 24/7 a través del smartphone, del portátil, de la tablet.
«Hoy día es posible trabajar desde cualquier sitio a cualquier hora, pero eso no significa que se tenga que hacer 24 horas al día y 7 días a la semana»
Sin embargo, muchos profesionales encuentran dificultades para crear estos espacios de desconexión y se ven expuestos a la dictadura que la tecnología ejerce sobre ellos y la autoexigencia del ‘always on’ frente al saber decir ‘NO’ o autoimponerse ciertos límites. El resultado muy frecuentemente deriva en lo que los expertos han denominado “tecnoestrés”, uno de los riesgos psicosociales más frecuentes en entornos laborales que pueden alterar nuestro bienestar emocional.
Qué es el ‘tecnoestrés’
El término “tecnoestrés” fue acuñado por el psiquiatra norteamericano Craig Brod en 1984. En su libro ‘Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution’ se utilizaba por primera vez, definido como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable”. Nunca hubiera imaginado este doctor que el término “ordenador” se quedaría totalmente obsoleto unos años después.
En la actualidad, el tecnoestrés se considera el resultado de un proceso perceptivo de desajuste entre demandas y recursos disponibles, y está caracterizado por dos factores: síntomas afectivos o ansiedad relacionada con el alto nivel de activación psicofisiológica del organismo, y desarrollo de actitudes negativas hacia las tecnologías. En su contexto se pueden diferenciar varias tipologías: la tecnoansiedad, la tecnofatiga y la tecnoadicción, y podríamos incluir también lo que ha pasado a denominarse ciberacoso.
Dado que el estrés, la fatiga y el acoso son los tres riesgos psicosociales más frecuentes en el siglo XXI, y que el uso intensivo de las tecnologías tanto en el ámbito laboral como el personal puede provocar también un riesgo psicosocial en sí mismo, es conveniente que los sistemas de prevención de riesgos laborales tengan en cuenta que la combinación de ambos escenarios puede ser una bomba de relojería para las organizaciones, que es mejor desactivar antes de que pueda llegar a estallar.
Es un momento clave para ser conscientes de la importancia del tecnoestrés, ya que podría incrementarse a causa de la eclosión del teletrabajo»
Y este es un momento clave para ser conscientes de la importancia del tecnoestrés, ya que podría incrementarse de forma notable a causa de la eclosión del teletrabajo, propulsado por el COVID-19 como nunca hubiéramos imaginado.
Según un estudio elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, el porcentaje de empleados que trabajaban desde casa ha pasado del 4,8% en 2019 al 34% durante los meses más críticos de la pandemia, incluso cuando solo un 22,3% de los trabajadores contaba con los medios necesarios para teletrabajar. Asimismo, un informe del Consejo General de Economistas y la asociación de graduados e ingenieros técnicos de España (COGITI) asegura que más del 70% de las empresas adoptaron esta modalidad de trabajo durante el confinamiento, y el 41,5% de ellas piensa que seguirá utilizándolo en el futuro.
Con esta perspectiva, prestar atención a las dimensiones psicosociales que pueden verse más afectadas, como por ejemplo el tiempo de trabajo, las pausas y descansos, la carga de trabajo o la comunicación interna, será una cuestión clave para que las compañías afronten este reto pendiente de preservar la salud psicológica de las personas.
También es importante utilizar el tiempo de ocio para disfrutar de alternativas no vinculadas a la tecnología que favorezcan el contacto personal y con el entorno. Nuestro bienestar y nuestra salud mental están en juego, y con la salud, no se juega.
* Este post ha sido escrito por Anabel Fernández, CEO de Affor Prevención Psicosocial.
Para conocer hasta qué punto nos afecta a día de hoy y cuál es exactamente el Impacto del Tecnoestrés en el bienestar psicológico de los trabajadores, affor junto con el Grupo de Investigación INDRHO de la Universidad de Sevilla ponen en marcha un estudio sobre el impacto del tecnoestrés en el bienestar psicológico que se está llevando a cabo en España y Latinoamérica con la colaboración especial de su partners en destino, así como PRL Innovación y Foro de Recursos Humanos.
¡Quiero participar en el estudio!Convencidos de que las personas son la pieza fundamental de toda organización, nuestro objetivo es cuidar la salud psicosocial de los trabajadores y lograr entornos laborales saludables acompañando a los servicios de prevención en esos procedimientos para mejorar la calidad de vida laboral de los trabajadores y aumentar la eficiencia de las empresas.