Prevención Psicosocial: Una inversión rentable

Muchas empresas aún no son conscientes de la verdadera importancia que tiene la Prevención Psicosocial y sobretodo el retorno de la inversón que genera.

Prevención Psicosocial: Una inversión rentable

Un asunto con el que frecuentemente tenemos que lidiar los que nos dedicamos a asesorar a las empresas acerca de la prevención en el área psicosocial es su autodenominado “nivel de madurez” en lo que respecta a esta cuestión.

A pesar de que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales obliga a prevenir y evaluar TODOS los riesgos a los que podría verse sometido el trabajador en el ejercicio de su labor, cierto es que estas evaluaciones se han centrado fundamentalmente en los riesgos de seguridad, pues son riesgos medibles, con una aparente relación directa causa-efecto con respecto a la probabilidad de accidente, y por tanto con un carácter sin duda inmediato y urgente en lo que respecta a la intervención.

Un paso más en la prevención de riesgos laborales

No obstante, una vez resuelto en líneas generales este nivel de prevención, se espera de las organizaciones un paso más en cuanto a la prevención y que tiene que ver con las circunstancias psicosociales que podrían estar provocando que un trabajador no llegara a adoptar las medidas de seguridad necesarias en su puesto de trabajo a pesar de disponer de todos los medios a su alcance. Podríamos estar hablando entonces de la prevención psicosocial como la auténtica prevención en origen.

Sin embargo, aún son muchas las empresas que no terminan de abordar esta cuestión por diversos motivos:
– El análisis de los factores psicosociales requiere de un nivel de especialización en determinadas disciplinas que no siempre coincide con la formación técnica de los profesionales de la prevención, y que requiere de formación en carreras de corte humanista (psicología, sociología, etc.).
– Los factores psicosociales así como las medidas preventivas de esta área son percibidas como intangibles, difíciles de medir tanto en su diagnóstico como sobre todo en el retorno de la inversión más allá de lograr un buen ambiente laboral. Tal y como me preguntaba no hace mucho el director de recursos humanos de una empresa de ingeniería, “¿cómo puedo yo explicarle a la dirección general que a la empresa le interesa que sus empleados sean más felices en su puesto de trabajo?”.

Esta es sin duda una pregunta lícita, pues aunque velar por el bienestar y la salud de los trabajadores de una empresa debería ser una obligación ética más allá de la legalidad, una empresa ha de generar beneficios económicos para subsistir en el mercado y por tanto cuestionar la necesidad de cualquier gasto.

La importancia de gestionar los riesgos psicosociales

¿Es rentable la inversión en medidas psicosociales?
Aunque parece que estamos hablando de algo novedoso, podemos remontarnos a la Inglaterra de finales del siglo XVIII para encontrarnos con Robert Owen, un empresario de origen humilde que con 28 años llegó a dirigir una empresa de tejidos en la que pudo probar cómo la calidad de vida interfiere en la productividad.

Tal vez debido a las dificultades que Owen tuvo que sortear para salir adelante, una vez asentado en su posición de empresario, no dudó en incorporar novedosas reformas en la empresa que dirigía, como por ejemplo aumentar la edad mínima de contratación, abrir una escuela para los hijos de los trabajadores, proporcionar formación gratuita para enseñar a leer y escribir a sus empleados analfabetos, y reducir las jornadas laborales de 14 a 12 horas, incluida la pausa para comer.

Pese a los buenos resultados del modelo, sus socios se quejaron de los gastos que suponían las “inversiones sociales” de Owen. Lejos de ceder a estas presiones, adquirió las partes correspondientes a los socios y continuó aplicando su teoría más importante: que un trabajador feliz producía más que uno triste. De hecho, aún con la reducción horaria, la productividad era más que óptima, haciendo que la empresa sobreviviera al propio fallecimiento de su gran reformista.

Estas mejoras en las condiciones laborales incidían de forma positiva sobre la motivación de los empleados, mejorando su actitud ante el trabajo y logrando con ello una organización más fuerte y resistente ante los cambios externos.

Robert Owen sin duda puede ser considerado un visionario o incluso un revolucionario, pues llegó a ser expulsado de Estados Unidos, donde sus ideas no fueron bienvenidas en una época en la que se utilizaba a las personas como si fueran máquinas.

Más allá de la obviedad de que una persona feliz y motivada va a rendir más, pensemos por ejemplo en las patologías que ocasiona una prolongada exposición a una situación de estrés, que puede venir causada por un exceso de carga de trabajo, mal ambiente laboral, trabajo a turnos, etc. ¿Cuánto le cuesta a una empresa una baja por enfermedad? Ya no sólo por depresión, sino por problemas de espalda, úlceras, migrañas, etc., enfermedades típicamente de origen somático a consecuencia de una inadecuada gestión de malestar psíquico o social. Esto sin mencionar el perjuicio derivado de la posibilidad de que el trabajador pueda sufrir un accidente, más o menos grave, en el puesto de trabajo.

Invertir en seguridad y salud laboral de los trabajadores genera compromiso y tiene múltiples beneficios tanto de rentabilidad económica como en la reducción del absentismo laboral, así como en una mayor productividad de los empleados. Por cada euro invertido en estos programas de bienestar, se genera un retorno de la inversión de entre 2,5 y 4,8 euros en absentismo y de entre 2,3 y 5,9 euros en costes de enfermedad. Además, disminuyen los costes de la seguridad social al reducir los costes sanitarios hasta un 26,1%, las incapacidades temporales o permanentes, pensiones, etc. (Fuente: Estudio de la red europea de promoción de la salud en el trabajo).

En el siglo XXI, cuando ya hace tiempo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un salto cualitativo al definir la salud ya no como ausencia de enfermedad, sino como un completo bienestar físico, mental y social, la empresa socialmente responsable ha de ser coherente con esta máxima en cuanto a cómo se relaciona con su capital humano, sin duda el activo más importante para una empresa que pretenda ser competitiva y rentable en el entorno actual.

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