Uno siempre está solo
pero
a veces
está más solo.
Idea Vilariño
A primera vista parece una fórmula química. Un elemento radiactivo que espera la oportunidad de estallar. Una pastilla cuyo efecto en el cuerpo se desconoce. O podría ser también el nombre de un archivo con información clasificada, uno de esos secretos que se esconden por vergüenza. Sin embargo, a pesar de las conjeturas que surgen de su extraña numeración, QD85 es el nuevo código que la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE -11) ha dado al síndrome de desgaste ocupacional o Burn out.
No era un año de descubrimientos en psiquiatría, pero en 1974, Herbert J. Freudenberger, realizó una de las primeras conceptualizaciones de este síndrome. El doctor Herbert laboraba en una clínica para toxicómanos en New York y notó que muchos de sus compañeros de equipo, luego de más de 10 años de trabajar continuamente, comenzaban a sufrir pérdida progresiva de la energía, idealismo, empatía con los pacientes, además de agotamiento, ansiedad, depresión y desmotivación.
No es propiamente una enfermedad, pero tiene síntomas. No requiere hospitalización urgente, pero sí tratamiento y prevención. Bajo la categoría de “Factores que influyen en el estado de salud o el contacto con los servicios de salud” el síndrome de Burn out es una entidad que ha cobrado relevancia en las últimas décadas. Se caracteriza por tres dimensiones: 1) sentimientos de falta de energía o agotamiento; 2) aumento de la distancia mental con respecto al trabajo, o sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo; y 3) una sensación de ineficacia y falta de realización.
No es estrepitoso, pero en Holanda se estima que está silenciosamente presente hasta en un 15% de la población trabajadora. No es una caída de la bolsa, pero se deduce que las pérdidas por enfermedades relacionadas al estrés son de aproximadamente 1.7 billones de euros. Lo menciono porque en nuestros tiempos faltan números para voltear a ver cualquier cosa, aunque para detectar este síndrome lo que se necesita es una mirada interior. La consciencia de que algo no nos satisface en el trabajo, porque a veces la realidad nos estampa su bofetada en la cara y hemos aprendido a poner la otra mejilla.
Uno está solo, sí, pero no siempre. Este breve texto se propone esto: reconocer. Dar nombre a algo que quizá uno de los lectores esté sintiendo. A veces nada más eso se necesita para decirle a alguien que no está solo y que hay otras salidas, otras maneras de enfrentarse con uno y con lo que se hace. Dolerse a sí mismo, a solas, a diario, no es la única forma de vivir.
El Burn Out existe. “Inútil decir más”, dice Vilariño, “Nombrar alcanza.”.
*Artículo escrito por Orlando Mondragón, médico psiquiatra y premio LOEWE de Poesía 2021
Fuentes:
Saborío Morales, Lachiner, & Hidalgo Murillo, Luis Fernando. (2015). Síndrome de Burnout. Medicina Legal de Costa Rica, 32(1), 119-124. Retrieved October 01, 2022, from http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152015000100014&lng=en&tlng=es.
Danhof, M. B., Van Veen, T. & Zitman, F. G. (2011). Biomarkers in burnout: A systematic review. Journal of Psychosomatic Research, 70, 505–524.
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