El liderazgo en las organizaciones trasciende la simple gestión de la productividad, constituyendo un factor determinante para el bienestar integral del equipo. Un liderazgo efectivo se convierte en el cimiento de un entorno laboral estimulante y saludable, mientras que un liderazgo inadecuado puede generar un clima de tensión, desacuerdos y pérdida de motivación en la plantilla.
Como refleja la conocida expresión: «El personal no abandona los puestos de trabajo, abandona a quienes dirigen». Esta realidad nos invita a reflexionar sobre la importancia de cultivar modelos de liderazgo centrados en las personas, que reconozcan las necesidades individuales y fomenten el desarrollo profesional de cada integrante del equipo.
Estilos de liderazgo:
Existen diferentes estilos de liderazgo, y cada uno de ellos tiene un impacto particular en la seguridad laboral y los riesgos psicosociales. A continuación, analizamos los más comunes y su repercusión en el ambiente de trabajo.
1. Liderazgo autoritario
Este tipo de liderazgo se basa en una comunicación unilateral, el control estricto y la poca participación de los empleados en la toma de decisiones, como ejemplos analizados en la práctica profesional. Lo que conlleva claros riesgos asociados, tales como altos niveles de estrés, baja motivación, desconfianza y conflictos internos.
La importancia de la comunicación bidireccional, así como favorecer la autonomía de los y las trabajadoras, es un buen comienzo como estrategia preventiva.
2. Liderazgo democrático
En este caso, el líder fomenta la participación y el trabajo en equipo. Aunque la decisión final sigue siendo suya, valora y escucha a sus empleados. En este estilo, se consigue un mayor compromiso, un incremento de la motivación, y una reducción de los niveles de estrés laboral.
El desafío en la empresa se encuentra en poner límites claros para no generar confusión y demoras en la toma de decisiones.
3. Liderazgo laissez- faire (dejar hacer)
Este estilo de dirección concede completa autonomía a las personas que integran el equipo, con mínima o inexistente supervisión por parte de quien lidera. Esta práctica habitualmente genera dificultades como desorganización, reducción del rendimiento y un incremento de la sensación de incertidumbre en el personal.
El problema se intensifica especialmente en contextos organizacionales con orientación más comunitaria, donde la cultura laboral valora la colaboración colectiva por encima del desarrollo individual.
Por tanto, la sugerencia consiste en asegurar que existan directrices y objetivos claros, incluso en entornos autónomos. Debes conocer el contexto para decidir escoger este estilo.
4. Liderazgo transformacional
Este tipo de líder inspira y motiva a su equipo a través de una visión clara y compartida, promoviendo el desarrollo profesional. Y, aunque es positivo, es preciso mantener expectativas realistas parar evitar desilusión o sobrecarga emocional. Pero, desde luego, es el mejor para mantener un clima organizacional positivo.
5. Liderazgo tóxico
Por último, es especialmente importante fijarse en este estilo de liderazgo porque cuando el líder ejerce manipulación, favoritismo o falta de empatía, se genera un entorno de trabajo perjudicial para el equipo. Además, hay una relación directa con la desmotivación y con los problemas de salud mental.
Promover una cultura organizacional donde se valore el bienestar de los empleados es clave para prevenir y mitigar los efectos de un liderazgo tóxico.
El impacto del liderazgo en la gestión de los riesgos psicosociales.
La seguridad en el trabajo está directamente relacionada con la actitud del líder frente a las normas y prácticas preventivas. Un líder que minimiza los riesgos fomenta comportamientos negligentes, mientras que un líder comprometido con la seguridad transmite la importancia del cumplimiento normativo y la cultura de prevención.
En este sentido, resulta fundamental adoptar buenas prácticas para un liderazgo que priorice la seguridad: demostrar con acciones propias los comportamientos esperados, integrar medidas preventivas en las actividades diarias, y establecer canales efectivos para escuchar y atender las inquietudes del personal sobre su bienestar y salud.
Estas tres dimensiones, trabajadas en conjunto, constituyen la base de una cultura organizacional donde la protección de cada integrante del equipo se convierte en un valor compartido.
En la actualidad, las organizaciones están evolucionando en su manera de liderar, priorizando cada vez más el bienestar de los empleados. Algunas de las tendencias más relevantes incluyen una estrategia de liderazgo empático. Es decir, los líderes modernos ponen énfasis en la empatía y la inteligencia emocional, creando un ambiente de confianza y apoyo.
También, se ha incluido una línea que promueve la conciliación entre la vida personal y profesional a través de horarios flexibles y modelos de trabajo híbridos, que, por supuesto, incluyen herramientas digitales que permiten evaluar el clima laboral y mejorar la comunicación entre equipos.
Y como dato importante, hoy día, se ha implementado un enfoque en la salud mental de los equipos. Las empresas están implementando programas de bienestar y apoyo psicológico para reducir el estrés y la ansiedad, como por ejemplo el programa de bienestar emocional de Affor Health.
Estas tendencias reflejan una transformación en la manera en que las organizaciones ven el liderazgo, alineándolo con el bienestar integral en sus equipos de trabajo.
En definitiva, el modelo de liderazgo influye directamente en la salud mental, el bienestar integral y la seguridad de quienes conforman el equipo. La figura que dirige fomentando confianza, participación y un entorno laboral seguro no solo minimiza los riesgos psicosociales, sino que también potencia el compromiso y la productividad colectiva. Como suele recordarnos la sabiduría organizacional: «Cuando el equipo florece en bienestar, la organización resplandece en salud».

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