Después de 2 años (se dice pronto) de haber estado sometidos a estresores infinitos, cansancio, pérdidas e incertidumbre, que podamos “cambiar el chip” en cada una de nuestras cabezas y empezar a pensar que por fin se ha acabado este infierno, es algo que, aunque no cambie nada en realidad, lo empieza a cambiar todo.
El debate sobre el supuesto fin de la pandemia lleva varias semanas instalado en Europa. En nuestro país, se propone dejar de hacer pruebas y contabilizar cada caso y pasar una vigilancia similar a la de la gripe. Esto supondría que empezaríamos a hablar de endemia (enfermedad con elevada prevalencia y constante en el tiempo) en lugar de pandemia.
Esta transición es inevitable, como inevitables serán las consecuencias paralelas que tendrá, la mayoría positivas, sobre todo a nivel humano y de salud mental.
La mente humana necesita eliminar esa incertidumbre de las curvas y las olas que tantos disgustos nos han dado y sustituirla por un poco de certeza y de positividad. Y, aunque no nos fiemos del todo, aunque podamos pensar que solo lo hagan porque la sociedad no puede vivir permanentemente en estado de emergencia ni poner en riesgo la actividad económica y los servicios públicos, necesitamos que todo esto empiece a acabarse de manera “oficial” para empezar a acercarnos a la normalidad y empezar a dejar sanar todo lo que se ha dañado en este tiempo.
Pero volver a estar bien no va a resultar tan fácil ni rápido. Se ha hablado mucho de la salud mental en este tiempo, no porque no fuera un problema antes, sino porque la pandemia lo ha hecho inevitable y yo diría incluso que es un tema que se ha puesto tristemente “de moda”.
Las modas, por definición, pasan, y no nos podemos permitir que este sea el caso con este tema. Tenemos que conseguir transformarla en una concienciación profunda, en un aprendizaje que se lleve consigo para siempre los estigmas, la banalización y la ignorancia.
Porque la salud mental es una de las grandes asignaturas pendientes del sistema económico y global que impera en el mundo. Los datos son sencillamente escalofriantes, un suicidio cada 40 segundos.
Los problemas de salud mental sí son una pandemia mundial, lo eran y lo seguirán siendo una vez que el COVID termine, y me gustaría que no lo olvidásemos hasta que consigamos visibilizar y luchar abiertamente contra la depresión, el suicidio y otras manifestaciones que conlleva la falta de salud psicoemocional.
Desde todos los agentes sociales, pasando por las instituciones y, por supuesto, desde todas las empresas y organizaciones, ¡nos toca pasar a la acción ya!, menos hablar y más hacer. La salud psicológica ha empeorado y todos tenemos que sumar para tratar de detectar de forma temprana los síntomas de afectación y disponer de recursos que ayuden a las personas.
La gestión psicosocial era la gran olvidada de las áreas de salud laboral, y hoy podemos afirmar que por fin llegó para quedarse.
Artículo elaborado por Daniel Acosta, consultor psicosocial del Affor Health.
Convencidos de que las personas son la pieza fundamental de toda organización, nuestro objetivo es cuidar la salud psicosocial de los trabajadores y lograr entornos laborales saludables acompañando a los servicios de prevención en esos procedimientos para mejorar la calidad de vida laboral de los trabajadores y aumentar la eficiencia de las empresas.